EL ESCENARIO EUROPEO Y ESPAÑOL: INTRODUCCIÓN


A lo largo del siglo XVIII se fueron consolidando las monarquías absolutas europeas, entre ellas la de los Borbones en España. Paralelamente apareció una corriente de pensamiento que intentó hacer reformas desde el poder: la Ilustración. Este movimiento intelectual se desarrolló principalmente en Francia y en Inglaterra, pero en España tuvo unos efectos limitados a causa de las resistencias de una sociedad aún muy conservadora y dominada ideológicamente por la Iglesia Católica, hecho que, como veremos, tiene una gran importancia en el momento de explicar los sucesos posteriores.

En cuanto a Cataluña, vivió un período de relativa paz durante casi todo el siglo XVIII. A lo largo del siglo anterior el territorio había sufrido una sucesión de guerras entre Francia y el Imperio de los Habsburgos por la hegemonía en Europa, que la habían devastado. El principado fue ocupado diversas veces por los ejércitos de los contendientes, que agotaban sistemáticamente los recursos de la población. El recuerdo de esta etapa de sufrimiento y privaciones todavía se sentía un siglo después, especialmente un acentuado resentimiento hacia todo lo que viniera del otro lado de la frontera.

Después del fin de la Guerra de la Sucesión (1714), al establecerse en España una dinastía francesa, los Borbones, no hubo conflictos significativos que afligieran a la población, hecho que permitió un crecimiento irregular pero sostenido durante la mayor parte del siglo XVIII.

Pero en el año 1789 se produjo en Francia un suceso caudal que cambió la historia de Europa y del mundo: la Revolución Francesa. Ésta acabó, o al menos hirió gravemente al Antiguo Régimen: conceptos como la igualdad de los hombres, la libertad y la soberanía nacional irrumpieron con fuerza y se extendieron por todo el territorio. El aprisionamiento y posterior ejecución de Luis XVI causó un enorme impacto entre las monarquías de toda Europa, que vieron peligrar su trono, y la nobleza y el clero vieron amenazados sus privilegios. Toda sociedad se tambaleó ante el impulso de la revolución.

La reacción de España fue cerrar las fronteras a las nuevas ideas, impidiendo, por ejemplo, ir a estudiar al extranjero. El 7 de marzo de 1793 la Convención francesa declaró la guerra a España para acabar con el régimen de los Borbones aprovechando el descontento de la población de algunos territorios manifestado en algunos sucesos como los llamados alborotos del pan. Al mismo tiempo Godoy, el primer ministro de Carlos IV, declaró el día 23 la guerra a Francia por la ejecución de Luis XVI. Las hostilidades empezaron con un ataque de las tropas españolas en el Rosellón, aprovechando que los ejércitos de la República estaban luchando en el norte contra la acometida de británicos, austriacos y prusianos. Pero el contraataque de los franceses hizo recular al ejército español, que se vio obligado a pedir la paz (Paz de Basilea, 1795). Este conflicto, llamado Guerra Gran (o Guerra de la Convención), afectó sólo a los territorios próximos a la frontera francesa, fundamentalmente a las comarcas gerundenses y a la Cerdanya. El 1796 se firmó la alianza de la monarquía española con la República Francesa contra el Reino Unido, con lo que a raíz de la derrota española en la Guerra Gran, continuó la supeditación de España a Francia iniciada en la época de los Pactos de Familia.

La llegada al poder de Napoleón estabilizó la situación política en Francia, que empezó su expansión. Su principal enemigo era Gran Bretaña. Como resultado de la alianza entre España y Francia se produjo la batalla de Trafalgar (1805), que supuso la confirmación del dominio marítimo por parte de Inglaterra y que tuvo desastrosas consecuencias para España, que se quedó prácticamente sin flota. Las relaciones con sus colonias americanas quedaron seriamente afectadas, hecho que empeoró sus ya dañadas finanzas.

Por su parte, Napoleón desistió de invadir Inglaterra y decidió aislarla económicamente imponiendo el llamado bloqueo continental. Un punto débil de esta estrategia era Portugal, aliado tradicional de Inglaterra, sobre todo a raíz del tratado de Methuen (1703), país con el que mantenía fuertes lazos comerciales y que, además, aún poseía un importante imperio colonial.

Dentro de este contexto, Napoleón, aprovechándose de la debilidad de España y del enfrentamiento entre Carlos IV y su hijo Fernando, forzó a España, a través de Manuel Godoy, a firmar el Tratado de Fontainebeau (27 de octubre de 1807), donde se autorizaba el paso de las tropas francesas por el territorio español para invadir Portugal, que quedaría repartido entre España y Francia, adjudicando al ambicioso Godoy el gobierno del Alentejo.

Mapa d'Europa que ens mostra la distribució de les tropes napoleòniques el 1808. Això ens permet veure la Guerra del Francès en un marc més global i entendre la estratègia de Napoleó per controlar Europa.


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En principio, el tratado permitía el paso de un cuerpo del ejército francés, es decir, unos 25.000 hombres. Estos, junto al ejército español, serían los encargados de atacar Portugal. Pero entre octubre de 1807 y abril de 1808 atravesaron los Pirineos cuatro cuerpos del ejército francés que ocuparon, con el consentimiento de las autoridades españolas, las principales ciudades (como Barcelona o Madrid) y fortalezas estratégicas (como el castillo de San Fernando en Figueras).

Paralelamente a estos hechos se produjo la ruptura definitiva entre Carlos IV y su hijo Fernando. Éste último hizo abdicar a su padre en el llamado Motín de Aranjuez, el 25 de marzo de 1808. Hay que tener en cuenta que Carlos IV era visto pro el pueblo como un rey débil, dominado por su mujer María Luisa y sobre todo por el primer ministro Manuel Godoy.

Napoleón vio entonces el momento de aprovecharse de la situación y convocó a padre e hijo en una reunión en Bayona, donde comunicó a Fernando que había decidido substituir a los Borbones por su propia familia. A cambio le cedería el reino de Etruria y se casaría con una princesa imperial. Obtenida la renuncia de Carlos y Fernando, el 6 de junio Napoleón promulgó un decreto dando la corona de España a su hermano José, que llegó a Madrid el 20 de julio. Pero entonces ya se habían producido levantamientos y revueltas por todo el país...
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